Elizabeth de Bredon era una mujer independiente que estaba decidida a ser monja, pero en el trayecto hacia el Convento de Santa Ana su convicción empezó a flaquear. No se sentía tentada por los frailes que la escoltaban, sino por el hombre que los acompañaba y que tenía que hacer penitencia por sus muchos pecados. Ella había oído hablar de la forma en que el Príncipe William trataba a las mujeres, y aunque no sabía que el hijo del Rey era muy dado a las mentiras, a la crueldad y al asesinato, le costaba resistirse a su encanto.
Pero cuando el viaje tomó un cariz traicionero y las mentiras empezaron a quedar al descubierto, los brazos del peligroso Príncipe se convirtieron en el único lugar seguro. Mientras la traición les pisaba los talones, tenían que enfrentarse a una venganza despiadada... y a sus propios deseos pecaminosos.
Un Príncipe, un Monje, un Caballero, una dama que pretende dedicar su vida a Dios y una prostituta... Con estos personajes Anne Stuart construye una historia de penitencia y redención, de traiciones y venganzas.
En la Edad Media, época difícil y dura para las mujeres, Elizabeth de Bredon crece en una familia rodeada de hombres sin mostrar su verdadera personalidad. Considerada poco más que una larguirucha bobalicona sin ningún valor, toma la decisión de ingresar en un Convento para alejarse de su brutal padre, sus hermanos y el ambiente en el que creció. Sólo un hombre, el Príncipe William, percibe su gran inteligencia y firmeza de carácter. Éste realiza un viaje obligado de penitencia por sus múltiples pecados. Le acompañan una serie de monjes y caballeros. El padre de Elizabeth aprovecha este hecho para que, además, escolten a su hija hasta el Convento de Santa Ana.
Durante este viaje supuestamente espiritual, Elizabeth no puede evitar sentirse atraída por el Príncipe. A pesar de su reputación de libertino y de su fama de hombre cruel y despiadado; encuentra, sin pretenderlo, irresistible su hipnotizante personalidad, su atractivo y fortaleza. Por otro lado, trata de encontrar una especie de “refugio” en el encantador y hermoso Hermano Mathew, quien es absolutamente todo lo contrario a William . El monje es un hombre delicado, atento y con una belleza fuera de lo común. También se une a la comitiva Joana, una mujer que se ha visto obligada por las circunstancias a vivir de los hombres y el Hermano Adrian, confesor en esta penitencia del Príncipe.
En este largo camino sufren un devastador ataque que obliga a Elizabeth y a William a huir de una muerte casi segura. Es inevitable que surjan chispas entre ellos, no sólo por sus fuertes personalidades sino también por el irresistible deseo que sienten el uno por el otro, aunque traten de negarse a sí mismos continuamente. Sufren penurias, peligros y desconfianzas. Nada es lo que parece y la vida que conocían, el futuro que cada uno de ellos había planificado cuidadosamente se ve totalmente alterado por un destino, como no podía ser de otra manera, lleno de amor y pasión.
“Deseos Ocultos” me parece una maravillosa historia de amor, bien ambientada y con unos personajes muy bien definidos. Su narrativa hace que mantengas la atención desde la primera a la última página, no decae y el interés por saber que va a pasar a continuación hace que no puedas dejar de leer. Hay aventuras, peligros, dificultades, intrigas, traiciones y mentiras. Pero una vez superado todo esto, es emocionante ver cómo en este entorno tan complicado, dos personas se encuentran y unen sus vidas para siempre. Me gustaría hacer también una mención especial a la deliciosa historia de amor entre Adrian y Joana, porque aunque es secundaria, a mi me pareció fascinante por las grandes diferencias que existen entre ambos.
No es un libro amable, agradable de leer o divertido. Por momentos es dura y difícil, pero sin duda esta es una historia de redención y superaciones personales. Donde, como tiene que ser, el amor finalmente triunfa. Totalmente recomendable.
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