La vida de las mujeres en la temprana Edad Media podía ser muy azarosa, como lo prueban las aventuras de Edlyn de St. Georges. Tras perder el favor del Rey, ella y sus hijos han encontrado refugio en la Abadía de Eastbury. La joven madre lleva allí una vida sin sobresaltos mientras sus niños son educados en la ciudad.
Hugh de Florisoun y su ayudante Wharton se esconden en el dispensario de la Abadía después de sufrir un feroz ataque. Las heridas del caballero son graves y Wharton obliga a Edlyn a ayudarlos. Ella ha amado a Hugh en otra época, y ahora recurre a la magia de las hierbas para salvarle la vida.
Las largas noches en vela y el miedo a verlo morir le demuestran a Edlyn que todavía lo ama. Sin embargo, no está dispuesta a entregarse nuevamente a un guerrero. Pero Hugh se ha enamorado y luchará por vencer la resistencia de Edlyn, que deberá enfrentarse a su propio deseo.
“Pasión en la Abadía” es el segundo libro de la Serie Caballeros de Christina Dodd. El primero es “Amor en el Castillo” y en éste conocimos brevemente a los protagonistas de esta segunda entrega. En este caso, la historia comienza 13 años después de la primera.
En una época donde las guerras, las luchas, las intrigas y traiciones eran el pan nuestro de cada día y los Reyes tenían el poder de decidir sobre la vida de cada uno de sus súbditos; la autora nos ofrece otra legendaria historia de amor medieval.
Hugh de Florisoun y Edlyn de St. Georges se conocieron siendo prácticamente unos niños ya que ambos estaban siendo educados por sus señores, David de Radcliffe y Alisoun de St. Georges respectivamente. No obstante, sus vidas se separaron y siguieron caminos completamente diferentes.
Hugh se convirtió en un guerrero legendario. Su fama empezó a crecer desde el momento en que, siendo poco más que un muchacho, venció a su Señor David de Radcliffe en un combate de entrenamiento. Con el correr de los años demostró sobradamente su valentía y fortaleza. Es un caballero honorable que se rige por las normas de caballería. Es un bravo luchador que, no obstante, es herido gravemente en una cruenta batalla.
Con un Hugh herido, comienza la historia que nos ocupa. Su leal ayudante Wharton lo lleva a la Abadía de Eastbury, con el fin de esconderlo y encontrar a alguien que lo pueda curar. Lo que ninguno puede imaginar es que, entre las monjas, se encontraba Edlyn de St. Georges, ahora convertida en boticaria y responsable del dispensario de la Abadía.
Edlyn es una joven dama, viuda de un guerrero y madre de dos hijos pequeños. Las circunstancias hacen que se vea obligada a abandonar su hogar y se refugia en la Abadía de Eastbury. Allí construye una vida tranquila y alejada del mundo. Dedicada a sus plantas y remedios medicinales y a sus hijos, que están siendo educados por unos monjes.
El reencuentro de Edlyn y Hugh es conmovedor, pero no fácil. De nuevo nos encontramos ante una emocionante historia de amor. Con dificultades, dudas, peligros y aventuras. En una época difícil y muy dura, dos almas gemelas se encuentran y se unen en un amor imperecedero.
Christina Dodd nos ofrece una historia conmovedora e intensa. Sigue la estela de “Amor en el Castillo”, con unos protagonistas de fuertes personalidades, honorables y apasionados. Mantiene el interés durante todo el argumento, la trama está llena de aventuras, peligros e intrigas. Está bien ambientada y transmite de manera muy acertada los sentimientos de los protagonistas.
Al igual que con “Amor en el Castillo”, estamos ante una historia bien contada, sin altibajos en el argumento, interesante y entretenida. Muy recomendable para todos/as aquellos/as que amen las historias de la antigua caballería medieval.
Tengo este libro desde hace años sin leer, me has puesto los dientes largos ahora jaja
ResponderEliminarPues niña, deberías leerlo... a mi me ha gustado mucho...
ResponderEliminarlo haré tranquila, sobre todo después de tu crítica, no entiendo porque me lo habían puesto tan mal si tiene muy buena pinta...
ResponderEliminarBueno, ya sabes que esto, como en todo, es una cuestión de gustos. A mi me encanta este libro, pero si a tí no te gusta no me mates...
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