Rosamond era sólo una niña cuando fue prometida en matrimonio al caballero Rodger de Leyburn. Huérfana desde muy temprana edad, Rosamond es la pupila de Eleanor de Monfort, hermana del Rey Henry III. Hermosa y orgullosa, Rosamond es un auténtico trofeo nupcial. Pero la joven recela del amor hasta que Sir Rodger la toma entre sus brazos, despertando en ella pasiones que nunca antes había conocido. Y mientras a su alrededor estalla una guerra civil y Rodger acude al combate, Rosamond ha de hacer frente a una elección imposible entre el hombre que ha tomado por asalto su corazón rebelde y la familia que la ha criado como si fuese su propia hija.
Virginia Henley nos sumerge una vez más en una historia de caballería, de honor y de amor. De lealtades y traiciones, de intriga y decisiones que cambian la vida de las personas para siempre. La autora desarrolla una intensa y maravillosa historia de amor a partir de personajes reales y todo ello aderezado con los datos y hechos que ya conforman la historia de Inglaterra. Además, personalmente agradezco a la Sra. Henley que nos brinde la oportunidad de volver a encontrarnos con Simon de Monfort y Eleonor Plantagenet (“La Joya del Rey”). Aquí vemos a esta extraordinaria pareja ya en sus años maduros y con hijos adultos, pero aún profundamente enamorados y apasionados. Simon y Eleonor son una parte muy importante del relato porque gracias a ellos se hace posible la unión de Rosamond y Rodger.
El siglo XIII era una época convulsa, donde los matrimonios entre la nobleza se concertaban por cuestiones políticas e intereses económicos y sociales. “El Trofeo Nupcial” comienza con la firma de los esponsales entre Rosamond Marshal y Rodger de Leyburn, cuando contaban tan solo con 12 y 17 años respectivamente. Al ser la novia tan joven, y como solía ser habitual en aquella época, el matrimonio se limita a una simple firma de papeles, por lo que ambos contrayentes no vuelven a verse hasta pasados cinco años...
Rosamond es una joven heredera, huérfana y pupila de Eleonor y Simon de Monfort. Lleva una vida protegida en el Castillo de Kenilworth, donde aprende todo lo necesario para convertirse en una buena castellana. No sólo quiere a Eleonor como a una madre, también la admira profundamente y aspira a convertirse en una mujer tan fuerte y decidida como ella. Rosamond se cree enamorada de Sir Rickard de Burgh (a quien ya conocimos en “La Joya del Rey”), pero cuando se encuentra con Rodger de Leyburn es inevitable que surja la pasión. No obstante, inicialmente ella se niega a sí misma la atracción que siente por él. No así Rodger, que encuentra a su joven prometida totalmente deseable y tentadora. Es él quien, con sus actos, conquista a Rosamond; poco a poco va ganándose su corazón y, lo que es más importante en aquellos momentos, su confianza y lealtad.
Rodger de Leyburn es un caballero, un guerrero y un hombre honorable y leal. Ayuda a su amada a hacerse con el control de sus propiedades, las cuales Rosamond había descuidado, y la trata como a una igual, dándole su fortaleza, otorgándole el poder necesario para dirigir sus castillos y enseñándola a tomar decisiones por duras o difíciles que estas sean. En una época donde las mujeres eran ciudadanos de segunda y una posesión más de los hombres, Rod pone a la joven a su mismo nivel; no sólo como su esposa a quien desea y ama, sino también como su compañera en la vida. Sin embargo, para llegar a ese punto, han de definirse bien las lealtades de ambos, han de superar conflictos y dificultades y deberán confiar el uno en el otro más allá de toda duda.
En mi opinión, Virginia Henley es una maestra de la narrativa. Nos acerca a los hechos históricos de una manera clara, intensa y apasionante. Aunque se trate de una escritora romántica y el amor sea la parte central del argumento, no podemos olvidar que los hechos históricos que relata tienen tanta importancia como el romance.
Reconozco que soy una leal admiradora de Virginia Henley, así que no puedo más que recomendar sus libros con entusiasmo y devoción. “El Trofeo Nupcial” es un relato intenso y apasionante, totalmente recomendable y, en mi opinión, casi imprescindible.
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